Arrancad las semillas, fusilad a los niños

Arrancad las semillas, fusilad a los niños se sitúa en el Japón de la II Guerra Mundial. Al ser evacuado un reformatorio, un grupo de muchachos, conformado por el narrador, su hermano menor y algunos de sus amigos, va a parar a un pueblo remoto de montaña, cuyo alcalde mantiene la filosofía de que el mal debe ser cortado de raíz, «desde la semilla». Sus actividades y actitudes pronto hacen que sean temidos y detestados por los campesinos. Cuando se declara una epidemia, los habitantes del pueblo los abandonan y huyen, encerrándolos dentro del pueblo vacío; los chicos, como reacción a la muerte y a la adulta pesadilla de la guerra, probarán a construirse una vida autónoma de dignidad, amor y valor tribal.

Esta novela, en la que aparecen ecos desde Mark Twain y el Golding de “El señor de las moscas” hasta Mailer y Camus, encierra todas las cualidades que distinguen la escritura de Oé: su ira radical, su evocación de mito y arquetipo y su extraordinario estilo poético.