Encuentros con Morrie

En marzo de 1995, el escritor Mitch Albom viajó cerca de mil kilómetros para pasar una tarde con un hombre moribundo -Morrie Schwartz, su antiguo profesor de sociología- y encontró algo que no se esperaba. Aunque Schwartz estaba reducido a una silla de ruedas y se encontraba en las fases finales de una terrible enfermedad, estaba viviendo uno de los momentos más productivos de su trabajando en un libro de aforismos, rodeado de amigos y estudiantes, difundiendo su sabiduría a través de un conocido programa de televisión. “Entonces pensé”, dice Albom, “yo tengo 37 años y estoy en perfecto estado de salud. Él tiene 78 y se está muriendo; sin embargo, él parece definitivamente más feliz y satisfecho”. Éste fue el inicio de la serie de encuentros que dieron lugar a este libro y que constituyen la mayor lección que alguien puede recibir. En sus encuentros, que siempre tienen lugar los martes, Morrie y Mitch hablan sobre todas las cosas importantes de la vida, pero sobre todo Morrie comparte con su antiguo alumno lo que ha aprendido de la vida desde el momento en que supo que iba a morir. Y su mensaje, para sorpresa de todos, es una lección de optimismo, entereza, amor y generosidad. Al final, como dice Albom, “Encuentros con Morrie no es en absoluto un libro acerca de la muerte. Es un libro acerca de cómo vivir bien y encontrar la satisfacción”. “Mientras nos queramos unos a otros y tengamos presente el sentimiento del amor que tuvimos, podemos morir sin irnos del todo. Todo el amor que uno creó queda allí. Todos los recuerdos siguen allí. Uno sigue viviendo en los corazones de todos los que tocó y quiso mientras estuvo aquí… La muerte es el final de una vida, pero no de una relación”, le dice Morrie a Mitch, en uno de sus últimos encuentros.